lunes, 22 de febrero de 2016

Causa y el Efecto Domino

En 1929 se caen los precios de las acciones de la bolsa de Nueva York, esta crisis afectó al poco tiempo a los bancos, empresarios y obreros de todo el planeta. La desocupación cayó a valores inimaginables. En EE.UU había 13.000.000 de desocupados y la producción industrial cayó un 50%. Los agricultores perdían sus tierras y los empresarios sus empresas. La gente perdía sus viviendas y bienes. El capitalismo estaba en crisis. Hoover era el presidente pero no le encontró una salida eficaz, hasta que Roosevelt con ideas de Keynes decide tomar medidas alejándose del liberalismo económico, ahora el estado interviene en la economía, se lo conoce como estado benefactor. 
En América latina se detiene el crecimiento, caen los precios de los productos primarios (café, azúcar, cereales, carnes) y las exportaciones en un 50%. La importaciones se detienen. Los créditos exteriores se terminan. 

América latina decide tomar un camino conocido como de “crecimiento hacia adentro” tratando ahora de producir lo que antes se importaba. También se conoce como:”industrialización por sustitución de importaciones”. 

Latinoamérica buscó modernizarse en tecnología, pues debía producir nuevos productos. También el campo tuvo que conseguir mejores equipamientos. Es estado tuvo que mejorar su infraestructura civil, nuevos caminos, puentes y puertos. Debía otorgan créditos blandos a los futuros industriales y debió transformarse en empresario para los grandes proyectos de siderurgia, química y energía, ya que no había importantes aporte privados estos planes. El estado debió endeudarse, EE.UU. era su principal prestamista, Roosevelt le llamó la “política del buen vecino” y colaboró para que ese dinero llegue a los gobiernos latinoamericanos. (trataba de evitar cualquier tendencia hacia el comunismo, nacido en 1917) 

Las industrias creadas fueron muy limitadas, centradas en perfumes, alimentos, electrodomésticos, bebidas, ropa, medicamentos. De EE.UU. se seguía importando: acero, máquinas y equipos y combustibles. 

A nivel político era fundamental que haya gobiernos fuertes. Se pone en duda el liberalismo y el capitalismo, aparecen regímenes militares o autoritarios que desean tomar el poder. Hubo 10 golpes militares de estado, donde 6 fueron exitosos. Más tarde continúan gobiernos populistas, como el de Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil y Estensoro en Bolivia. Aparecen grupos socialistas que se infiltraron en el seno de los más necesitados y provocaron estallidos sociales. 

Las economía de Centroamérica fueron muy sufridas y el pueblo reaccionó con estallidos sociales, los cuales fueron sofocados con la intervención de EE.UU. que fue digitando gobiernos que cuidaban sus intereses. Por ejemplo en Panamá estuvo Noriega, en Nicaragua Somoza, Trujillo en República Dominicana y Batista en Cuba. En Cuba los grupos revolucionarios fueron apoyados por Rusia. 

El gran endeudamiento de América latina hizo que se resquebrajara su solidez financiera y se devalúe la moneda local, creando inflación. Para salir de esta situación se fue pidiendo más créditos al exterior y “emparchando la economía”, pero a su vez la deuda se hacía cada vez mas grande. Se suponía que con buenas exportaciones se podía saldar este endeudamiento. Con la Segunda Guerra Mundial estos países logran una importante recuperación, ya que se demandaba alimentos y algo de bienes industriales (EE.UU. sólo fabricaba armas). De todas maneras había poco acero y combustibles, casi todo lo existente era para la guerra. Los países americanos se dieron cuenta de lo importante de ser productor de esta importante materia prima. (México, Brasil, Chile y Argentina siempre tuvieron una deuda controlada)

por Valeria N. Wagner Cruz

Consecuencias



Los lazos de dependencia de Puerto Rico con los Estados Unidos fueron mas fuertes a partir del 1929, El explica que por esta situación el precio y el volumen de las exportaciones descendieron de inmediato , los pagos y las ganancias a los dueños se redujeron inmediatamente y con la ausencia de dinero comenzaron los despidos en masa, en consecuencia esto agravó mas la situación y si en adicción le sumamos los dos huracanes que azotaron la isla y que la destrozaron, San Felipe en el 1928 y San Ciprián en el 1932. Esto fue catastrófico y los Puertorriqueños ya no sabían que iba a suceder con esta gran crisis del 1929.


por Yeiliann Gauthier

Devastación de la Depresión



Los efectos de la crisis de 1929 sobre Puerto Rico fueron devastadores. Los primeros 30 años de presencia estadounidense en Puerto Rico no habían sido esplendorosos. Hacia 1929 el país vivía un momento de pobreza mayor incluso que en tiempos de España. La expansión del capital agrario estadounidense en el país había causado una significativa voracidad por la tierra aumentando su precio y convirtiéndola en un bien inaccesible para numerosos puertorriqueños. Para una sociedad tradicional como la nuestra, que idealizaba la pequeña propiedad como panacea de todos los males sociales, la falta de acceso a la misma representaba el mal mayor. La idea de que bajo el dominio de estados Unidos el país era “más pobre” que bajo España, se aceptaba como una verdad incuestionable en numerosos núcleos. El acceso a la tierra era una promesa atractiva en cualquier programa político

A partir de 1929, la situación sólo podía empeorar dado el hecho de que los lazos de dependencia de Puerto Rico con los Estados Unidos, que habían ido desarrollándose desde fines del siglo 18 eran más fuertes que nunca. Ello explica que en Puerto Rico, el precio y el volumen de las exportaciones se redujeron de inmediato. La reducción de la ganancia por parte de los dueños de capitales y la ausencia de dinero se tradujo, igual que en Estados Unidos, en despidos en masa y en un desempleo galopante que sólo hacía más grave la difícil situación de los trabajadores urbanos y rurales.

Si a ello se añade las consecuencias desastrosas de los huracanes de San Felipe en 1928 y de San Ciprián en 1932, se tendrá una imagen más completa de la situación del ser humano común a la altura de 1929. A pesar de que la industria de la aguja y la producción de azúcares demostraron una gran capacidad de recuperación en aquel momento, la producción de tabaco, café y frutos menores se vio más afectaba por aquel fenómeno económico.

Hacia el año 1933, las cifras oficiales de desempleo ascendían al 65% y muy pocos obreros puertorriqueños podían cubrir sus necesidades inmediatas con los salarios bajos que recibían. El trabajo estacional, es decir, el mito del “tiempo muerto”, tan bien recogido por el escritor Manuel Méndez Ballester en su obra homónima, y por Luis Muñoz Marín en su discurso histórico, y la multiplicación de las jornadas parciales, no permitían al productor directo salir de su estado de miseria.

En general la crisis económica iniciada en 1929 se tradujo en una profunda inestabilidad socio-política que fue terreno fértil para la elaboración de cuestionamientos al régimen existente en Puerto Rico. La confianza en la “promesa americana” se desinfló. La década del 1930 vio la huelga de la caña del año 1934 en la que Pedro Albizu Campos tuvo un papel protagónico; la de los muelles en 1935; y las importantes protestas de consumidores (1933) y la de los desempleados de Ponce (1934), quienes exigían trabajo en lugar de limosnas. La desconfianza del obrero corriente con el sistema capitalista era patente cuando se le mira desde esta perspectiva.

La incapacidad del Partido Nacionalista de Puerto Rico para politizar a la clase trabajadora es un tema importante de aquel momento. El discurso público del nacionalismo para los trabajadores insistía en que la solución de la crisis estaba inscrita en la salvación de la nación y la independencia, y no en la salvación de la clase obrera. Todo parece indicar que los trabajadores no fueron receptivos a aquel mensaje por lo que las relaciones entre el nacionalismo y la clase obrera no fueron las que se esperaban.

por Rachel Betancourt Ocasio

¿Volvera la Gran Depresion?


La Gran Depresión… otra vez? El pasado se ve en las avenidas vacías y los solares baldíos, en los negocios cerrados y en los $73 mil millones de La deuda. Pero más que todo se ve en nuestra gente. Hay quienes todavía sueñan con el milagro económico y con lo “mejor” de los dos mundos. Algunos siguen perdidos en el espejismo de la Guerra Fría. Otros se aferran al inmovilismo y las facciones en vez de enfrentar el cambio con nuevas ideas.
Alrededor de 80,000 se fueron el año pasado buscando empleo, buscando un escape, buscando algo que buscar…
En Puerto Rico, el peso del pasado está más presente que el presente mismo. Ante la inviabilidad evidente del estatus político territorial, aún se mendigan soluciones a un Congreso estadounidense que hace un siglo nos condenó al olvido. En medio de la recesión económica más devastadora desde la Gran Depresión, mantenemos un modelo económico que dejó de ser viable con el advenimiento de la globalización.
Es imposible navegar un barco correctamente cuando no se sabe a dónde se quiere llegar. En lugar de enfocarnos en qué nos llevó a donde estamos, nuestras energías tienen que dedicarse a cómo vamos a superar nuestras vicisitudes. El primer paso hacia un mejor país es caer en cuenta que los únicos que pueden salvar a Puerto Rico somos los puertorriqueños.
Para mejorar nuestra situación tenemos que hacer causa común en un reclamo unísono y contundente – dejando atrás el particularismo de siempre. Es por esto que todos los candidatos a la gobernación tienen que comprometerse a formar una Asamblea Constituyente con dos propósitos principales. Primero, forjar un acuerdo común que establezca las facultades políticas y económicas que necesitamos como pueblo para sobrellevar nuestras circunstancias. Segundo, delinear claramente todas las alternativas de status no territoriales y no coloniales disponibles con el fin de formalizar un proceso descolonizador para Puerto Rico.
Nuestro pasado informa nuestro presente, pero no podemos dejar que determine nuestro futuro. Los tiempos de adversidad también son tiempos de oportunidad, está en nosotros dar el primer paso.


por Jean C. Cruz Trinidad

Revolú Estadounidense


La Gran Depresión de Estados Unidos… pero… ¿cómo llegó este revolú a Puerto Rico? Puerto Rico, oficialmente Estado Libre Asociado de Puerto Rico, es un territorio no incorporado de los Estados Unidos con estatus de autogobierno.  Puerto Rico fue colonia española desde la llegada de Cristóbal Colón en 1493 hasta 1897, y provincia española de ultramar de 1897 hasta la Guerra hispano-estadounidense de 1898. Cuatro siglos de administración española dieron lugar a una cultura hispanoamericana, siendo el Idioma español y la religión católica sus elementos más distinguibles. Los españoles construyeron numerosos fuertesiglesias y otros edificios de uso público, comercial y residencial, así como puertos, faros y carreteras. Durante más de tres siglos, Puerto Rico estuvo comunicada con la península ibérica por medio de convoyes de las flotas de Indias que unían Cádiz y San Juan una vez al año.
Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses desde 1917, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Jones. Aunque su relación con Estados Unidos es similar a la de un estado de la Unión y se le permitió la redacción de una constitución para el manejo de asuntos internos, está sujeto a los poderes plenos del Congreso estadounidense mediante la Cláusula Territorial. Esto significa que el poder de ejercer su soberanía recae en el Congreso de los Estados Unidos y los poderes existentes en la isla, al no gozar de protección en la constitución estadounidense, son revocables.
Los puertorriqueños no pueden votar en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, a menos de que dispongan de residencia oficial en alguno de los cincuenta estados o en el Distrito de Columbia. Si es así, pueden trasladarse a su lugar de residencia y votar presencialmente o utilizar el procedimiento de votación por ausencia.


por Rachel Betancourt Ocasio

jueves, 18 de febrero de 2016

El pasado contra el presente

Aunque la depresión de la década del 30 representó problemas económicos para Puerto Rico similares a los que hoy día tiene, predominan las diferencias. El rumbo que debe seguir el país fue la materia más importante que se consiguió tras la Gran Depresión y parece estar perdida en estos instantes, dijeron los entrevistados. “Tú tenías, en la década del 30, una clase política en Estados Unidos mucho más sensible a los problemas de Puerto Rico y una clase política en Puerto Rico que tenía un sentido intuitivo de hacia dónde se debía dirigir el país con sus diferencias de matices producto del debate sobre el status político”, puntualizó el historiador y analista político,Néstor Duprey. Tanto él como el economista Elías Gutiérrez indicaron –en entrevistas separadas- que el Puerto Rico de la Gran Depresión del 30 es muy distinto al país que existe hoy día.  “Esos dos fenómenos son completamente diferentes. En primer lugar, la estructura institucional que existía cuando ocurre la gran depresión no es la que se desarrolló luego y la que nosotros tenemos”, dijo Gutiérrez. “Creo que la principal diferencia en términos políticos institucionales es que precisamente un poco el estado de bienestar puertorriqueño tiene su origen en la respuesta gubernamental a la depresión”, agregó Duprey. “La gran diferencia es que ahora hay todo un aparato de beneficencia que tiene sus inicios en la Gran Depresión de los treinta”, dijo. Recordó que para la década del 30 nació la Puerto Rico Emergency Relief Administration (PRERA) y la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRA).La PRERA proveyó el dinero para proyectos en comunidades y permitió el subsidio de alimentos a la población. Para 1934, el 35% de la población dependía de esas ayudas. La PRA dio pie a inversiones para encaminar el país hacia la modernización.Duprey dijo que esas ayudas federales, ahora no existen con el mismo nombre, pero las hay. “Ahí están los fondos ARRA y la decisión de dejar el programa de los cupones (Programa de Asistencia Nutricional) en momentos en que se quería reducir drásticamente en Estados Unidos”, sostuvo. “Lo que tenemos hoy día en parte surge como resultado de las instituciones que se crearon para evitar una depresión”, indicó Gutiérrez.Es así que se dio paso a todo el andamiaje para crear las corporaciones públicas, que hoy día, en su mayoría, son un dolor de cabeza para el gobierno.Además, Gutiérrez opinó que más que una depresión lo que vive Puerto Rico en la actualidad “es un estancamiento de largo plazo”. Los economistas debaten sobre este punto argumentando que la economía hoy día está sumida en un achicamiento más que en un período prolongado en donde la reducción en la producción es aguda, que es lo que se conoce como depresión.Los dos entrevistados concurrieron en que en términos sociales existía otro organigrama.Duprey recordó que en la década del 30 existía la clase adinerada y los pobres.

por Valeria N. Wagner Cruz

La Crisis en Puerto Rico en 1929


Los efectos de la crisis de 1929 sobre Puerto Rico fueron devastadores. Los primeros 30 años de presencia estadounidense en Puerto Rico no habían sido esplendorosos. Hacia 1929 el país vivía un momento de pobreza mayor incluso que en tiempos de España. La expansión del capital agrario estadounidense en el país había causado una significativa voracidad por la tierra aumentando su precio y convirtiéndola en un bien inaccesible para numerosos puertorriqueños. Para una sociedad tradicional como la nuestra, que idealiza la pequeña propiedad como panacea de todos los males sociales, la falta de acceso a la misma representaba el mal mayor. La idea de que bajo el dominio de estados Unidos el país era “más pobre” que bajo España, se aceptaba como una verdad incuestionable en numerosos núcleos. El acceso a la tierra era una promesa atractiva en cualquier programa político
 La crisis económica iniciada en 1929 se tradujo en una profunda inestabilidad socio-política que fue terreno fértil para la elaboración de cuestionamientos al régimen existente en Puerto Rico. La confianza en la “promesa americana” se desinfló.  La década del 1930 vio la huelga de la caña del año 1934 en la que Pedro Albizu Campos tuvo un papel protagónico; la de los muelles en 1935 y las importantes protestas de consumidores (1933) y la de los desempleados de Ponce (1934), quienes exigían trabajo en lugar de limosnas. La desconfianza del obrero corriente con el sistema capitalista era patente cuando se le mira desde esta perspectiva.

Por Yeiliann Gauthier